CONCLUSIONES


CONCLUSIONES

 

A través de este estudio se ha descubierto la influencia que la Factoría Disney tiene como transmisora de la cultura infantil, mediante una filmografía basada en los cuentos populares clásicos, Disney ha sabido tergiversar los textos originales para conferirles a las historias su huella de identidad personal (como en el caso de Blancanieves[1] y algún otro), contribuyendo a mantener vivos unos estereotipos sexistas que lejos de crear una cultura popular igualitaria y libre, han perpetuado unos roles de género que desde siempre han relegado a la mujer a una posición secundaria y sumisa, donde sus características como persona han quedado eclipsadas ante la apariencia segura del macho dominante.

 

La intención primera era poder descubrir si a lo largo de estos setenta y dos años (de 1937 hasta 2009) los estereotipos de género habían ido evolucionando y, si habían llegado a difuminarse en la última proyección de Tiana y el Sapo. Este objetivo se ha alcanzado visionando las películas y relacionándolas con algunos acontecimientos de la época para reconocer cómo la multinacional Disney legitima ideologías mediante representaciones “inocentes”. Del exhaustivo análisis de los mensajes utilizados, se han detectado cómo se construyen significados anquilosados en la más conservadora educación androcéntrica. Se han categorizado las princesas para definir los estereotipos de género transmitidos, encontrando: princesas asustadas, sin derechos laborales, engañadas, que han renunciado, cuidadoras, definidas por los hombres, se ha cuestionado su libertad, duales y modeladoras; contribuyendo estas categorías a la detección de la intencionalidad pedagógica de este espacio de ocio, supuestamente inocente.

 

Al realizar este estudio longitudinal se ha visto la evolución de los métodos audiovisuales utilizados, consiguiendo manejar la información y los mensajes unidireccionales con una fuerza capaz de determinar las exigencias, gustos, valores morales, etc. todo lo que ha llevado a plantearnos cuál es la visión del mundo de esta multinacional y qué efectos produce en la infancia. Igualmente, se ha visto evolucionar el aspecto físico de las princesas, quienes han ido adquiriendo una figura cada vez más esbelta y, en algunos casos, hasta anoréxica.

 

A la vista de que la comunicación no ha sido utilizada como un mero instrumento mediático y tecnológico sino como un componente pedagógico[2], se plantea la necesidad de que estas representaciones sean tenidas en cuenta como lo son las provenientes de cualquier institución educativa, responsabilizando a la Factoría Disney de la transmisión y creación de la cultura popular. A partir de aquí, se abren muchas vías a la hora de continuar una intervención por parte de l@s educadores/as para que sean capaces de generar compromiso, de destapar las armas encontradas en los mensajes sexistas transmitidos, provocando la creación de conciencias críticas entre el público infantil y adulto que sea capaz de desafiar desde el conocimiento este adoctrinamiento androcéntrico que goza de la aceptación por parte de todas las instituciones como un simple espacio de ocio inocente.

 

Bajo la apariencia de cambio y de avance hacia la igualdad de géneros, introducido en las últimas princesas, se han encontrado escondidos los mismos discursos androcéntricos que, apoyados por la magia y las representaciones musicales, engloban un sinfín de estereotipos de género reforzadores de la cultura androcéntrica y conservadora de Disney, "la legitimidad dominante y la autoridad cultural de estas películas, en parte, radica en su especial forma de representación" (Giroux)[3].

 

Por tanto, consideramos que es necesario realizar una crítica social concediendo a estas narraciones la importancia y el valor "educativo" que pueden llegar a tener y el efecto que estos mensajes de intolerancia, sexismo y brutalidad masculina llegan a provocar en la creación de la identidad infantil; ya que no prestar atención a la cultura infantil o subestimar el poder manipulador ejercido sobre generaciones enteras, supondrá estar renunciando a nuestra responsabilidad como educadores, dejando en manos de multinacionales como Disney la perpetuación de estereotipos sexistas conservadores, clonando niños en consumidores y en el caso extremo, seguiremos empeñad@s en que la solución de las conductas violentas pasa por la creación de campañas para adultos, cuando la base de los roles sexistas radica en la educación, formal e informal, que esos adultos cuando niños recibieron.

 

Por consiguiente, es necesario realizar una lectura de estos mensajes desde lo que omiten, pues los problemas sociales quedan descontextualizados histórica y políticamente y como dice Giroux, la pedagogía crítica requiere que las operaciones de dominación se visibilicen mediante el análisis de las ausencias. (Giroux, Placeres inquietantes, 1996, pág. 242) y es de vital importancia, conceder una alta responsabilidad a la domesticación practicada por estas películas, que construyendo los esquemas mentales de su joven público, ha contribuido a que estos, de mayores, se sientan cómod@s ante las situaciones que consideran “normales” y que les llevarán a repetir conductas estereotipadas o, peor aún, violentas.

 

Por último, sólo decir que la realización de esta investigación que comenzó por contemplar los mensajes sexistas desde la naturalidad, ha conseguido poner bajo sospecha la ideología oculta en un tema tan inocente, llegando a seducir a esta autora al quedar cautivada, no ya con los conocimientos adquiridos, sino también con los interrogantes surgidos en el proceso de avance de los aprendizajes, lo que ha supuesto, a todas luces, el desarrollo del sentido crítico. Considerando por este motivo, la necesidad de incluir en el currículum escolar el conocimiento, el análisis y la crítica de los mensajes transmitidos por las películas Disney, para que dejen de ser contempladas estas representaciones fílmicas desde el divertimento inocente, pues sólo desde estas posturas reivindicativas se podrán exigir cambios sociales para que las generaciones futuras adquieran planteamientos más igualitarios y menos encallados en estereotipos sexistas y roles de género.

 


[1] "Todo era diminuto en la casita, pero tan primoroso y limpio, que no hay palabras para describirlo. Había una mesita cubierta con un mantel blanquísimo, con siete minúsculos platitos y siete vasitos; y al lado de cada platito había su cucharilla, su cuchillito y su tenedorcito. Alineadas junto a la pared se veían siete camitas, con sábanas de inmaculada blancura" (versión original - Hermanos Grimm).

[2] A esa misma doble función del lenguaje alude Bruner (1984) cuando resalta su naturaleza bifrontal: “Es un medio de comunicación y a la vez la forma de representar el mundo acerca del cual nos comunicamos. No sólo transmite sino que crea y constituye el conocimiento”.

[3] Extraído de la página personal de Henry Giroux, en su artículo Estimulando a la juventud: La Disneysación de la Cultura Infantil, (disponible en: http://www.henryagiroux.com/Anim8ing_youth.htm consultado 7 de junio de 2010).